La peste Antonina: la epidemia que casi destruye el Imperio Romano

 


En la historia de la humanidad, pocas cosas han tenido tanto poder para transformar civilizaciones como las epidemias. Y una de las más impactantes fue la Peste Antonina, una enfermedad devastadora que azotó al poderoso Imperio Romano en el siglo II d.C., dejando tras de sí muerte, caos y consecuencias geopolíticas que aún hoy generan debate entre historiadores.

¿Qué fue la Peste Antonina?

La Peste Antonina (también conocida como la plaga de Galeno, por el famoso médico que la describió) fue una epidemia que estalló en el año 165 d.C., durante el reinado del emperador Marco Aurelio. Se cree que fue llevada a Roma por soldados que regresaban de campañas militares en Asia Occidental, especialmente tras la guerra contra los partos.



¿Qué enfermedad era realmente?

Aunque en su tiempo no se sabía con precisión qué era, hoy muchos expertos coinciden en que la peste Antonina fue probablemente una forma virulenta de viruela, aunque algunos han planteado que pudo tratarse también de sarampión.

El médico Galeno, que vivió la epidemia en carne propia, describió síntomas como fiebre alta, erupciones cutáneas, diarrea y dolor de garganta, lo que refuerza la hipótesis de la viruela.

> “Una enfermedad de fiebre aguda, a menudo con pus en la piel y ampollas negras… Muchos fallecieron en pocos días.” — Galeno de Pérgamo (siglo II d.C.)

Impacto devastador

Los historiadores estiman que murieron entre 5 y 10 millones de personas, lo cual es abrumador si consideramos que la población del Imperio rondaba los 60-70 millones. En algunas zonas, la mortalidad fue tan alta que las legiones quedaron debilitadas, la economía colapsó parcialmente y ciudades enteras se vaciaron.

Incluso el emperador Lucio Vero, co-regente con Marco Aurelio, murió durante la plaga.

Consecuencias a largo plazo

Militares: La capacidad de Roma para defender sus fronteras disminuyó. Tribu tras tribu comenzó a presionar los límites del imperio.

Religiosas y culturales: Algunos estudiosos creen que la peste Antonina preparó el terreno para la expansión del cristianismo, ya que este ofrecía consuelo espiritual frente al caos.

Filosóficas: Marco Aurelio, el "emperador filósofo", escribió gran parte de sus Meditaciones durante este periodo oscuro, mostrando su lucha interna y estoicismo frente a la catástrofe.

Investigaciones y referencias históricas

Galeno, como testigo y médico imperial, es la fuente primaria más importante. Sus descripciones clínicas siguen siendo objeto de estudio.

El historiador William H. McNeill, en su obra Plagues and Peoples (1976), destaca cómo esta plaga fue un factor clave en el debilitamiento del Imperio Romano.

Más recientemente, trabajos como el de Kyle Harper (The Fate of Rome: Climate, Disease, and the End of an Empire, 2017) han relacionado la peste Antonina con cambios climáticos y otros eventos ambientales que crearon las condiciones perfectas para una catástrofe.

¿Pudo haberse evitado?

En una época sin conocimiento de virus, sin vacunas, y con una medicina aún rudimentaria, poco pudo hacerse. Aún así, la peste Antonina demuestra cómo incluso una de las civilizaciones más poderosas de la historia podía tambalearse ante un enemigo microscópico.

La historia de la peste Antonina no solo es fascinante, sino que también nos recuerda que la salud pública y el manejo de epidemias han sido claves en el destino de los pueblos. Una lección que, siglos después, sigue más vigente que nunca. 

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