¿Qué es un agujero negro y cómo se forma?

 


Desde tiempos antiguos, la humanidad ha mirado al cielo con asombro, preguntándose qué secretos esconde el universo. Entre los fenómenos más fascinantes y misteriosos que la ciencia ha descubierto se encuentran los agujeros negros: regiones del espacio donde las leyes conocidas de la física parecen desvanecerse ante una fuerza colosal e invisible. Pero, ¿qué son realmente los agujeros negros y cómo se forman?

El corazón oscuro del universo

Un agujero negro es una región del espacio-tiempo con una gravedad tan intensa que nada puede escapar de ella, ni siquiera la luz. Esta característica lo convierte en un objeto invisible: no se puede observar directamente, pero su existencia se deduce por los efectos que produce en su entorno, como el movimiento de estrellas cercanas o la radiación emitida cuando absorbe materia (NASA, 2023).


La frontera que delimita el agujero negro se conoce como horizonte de eventos. Una vez que algo cruza este límite, no hay retorno. Todo lo que entra desaparece de nuestra vista, envuelto en un abismo del cual ni la información puede salir, al menos según la teoría clásica (Hawking, 1974).

El origen: una muerte estelar

La mayoría de los agujeros negros se forman como el acto final en la vida de una estrella masiva. Cuando una estrella al menos 8 veces más grande que nuestro Sol agota su combustible nuclear, ya no puede sostener su propia masa. La presión gravitacional vence a la fuerza de radiación que la mantenía "hinchada", y el núcleo colapsa violentamente en cuestión de segundos. Este proceso puede generar una supernova, una de las explosiones más brillantes del universo (Carroll & Ostlie, 2017).

Si la masa del núcleo restante es lo suficientemente grande —alrededor de 3 veces la masa del Sol—, la gravedad comprime el núcleo hasta un punto infinitamente denso: una singularidad. A su alrededor, se forma el horizonte de eventos, marcando el nacimiento de un agujero negro estelar.

Tipos de agujeros negros

Los agujeros negros no vienen en talla única. Se clasifican principalmente en:

  • Agujeros negros estelares: formados por el colapso de estrellas, con masas de unas pocas veces la del Sol.

  • Agujeros negros supermasivos: se encuentran en el centro de casi todas las galaxias, incluida la Vía Láctea. Pueden tener millones o incluso miles de millones de masas solares. Aún no se comprende del todo cómo se formaron, pero se sospecha que crecieron con el tiempo al fusionarse con otros agujeros negros y al absorber materia (Kormendy & Ho, 2013).

  • Agujeros negros de masa intermedia: una categoría más difícil de detectar, con masas entre los dos anteriores. Algunos indicios apuntan a su existencia, pero siguen siendo un misterio activo para los astrónomos (Greene, Strader & Ho, 2020).

  • Agujeros negros primordiales: una hipótesis teórica que sugiere que podrían haberse formado durante los primeros instantes del universo, aunque no se ha encontrado evidencia directa de ellos (Carr & Kühnel, 2020).

De la teoría a la evidencia

El concepto de los agujeros negros tiene raíces matemáticas que se remontan al siglo XVIII, pero fue Albert Einstein, en 1915, quien, con su teoría de la relatividad general, proporcionó las bases para su comprensión moderna (Einstein, 1915). Apenas un año después, Karl Schwarzschild resolvió las ecuaciones de Einstein para describir un objeto con un campo gravitatorio tan fuerte que nada podía escapar de él: el germen de lo que hoy conocemos como agujero negro.


Sin embargo, durante décadas, muchos científicos creyeron que estos objetos eran solo curiosidades teóricas. Fue recién en la segunda mitad del siglo XX que las observaciones astronómicas comenzaron a confirmar su existencia. En 1964, el sistema estelar Cygnus X-1 se convirtió en uno de los primeros candidatos fuertes a ser un agujero negro, gracias a su emisión de rayos X y su comportamiento gravitacional (Bolton, 1972).

El momento decisivo llegó en 2019, cuando la colaboración internacional del Event Horizon Telescope logró obtener la primera imagen directa de la sombra de un agujero negro, en la galaxia M87. Fue una hazaña monumental que unió telescopios de todo el mundo para formar un “telescopio del tamaño del planeta” (Event Horizon Telescope Collaboration, 2019).

Un universo aún por descubrir

Pese a los avances, los agujeros negros siguen siendo una de las fronteras más enigmáticas del conocimiento humano. ¿Qué hay dentro de la singularidad? ¿Es posible que los agujeros negros conecten con otros universos, como proponen algunas teorías? ¿Desaparecen con el tiempo, como sugiere Stephen Hawking con su famosa "radiación de Hawking"?

Por ahora, los agujeros negros continúan siendo objetos de estudio, de inspiración científica y también de imaginación popular, presentes en películas, novelas y juegos. Nos recuerdan cuán vasto y desconocido es aún el universo, y que, a pesar de nuestros avances, todavía estamos arañando la superficie del cosmos.

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Referencias

Bolton, C. T. (1972). Evidence for a black hole in Cygnus X-1. Nature, 235(5336), 271-273.

Carr, B., & Kühnel, F. (2020). Primordial Black Holes as Dark Matter: Recent Developments. Annual Review of Nuclear and Particle Science, 70, 355–394.

Carroll, B. W., & Ostlie, D. A. (2017). An Introduction to Modern Astrophysics. Cambridge University Press.

Einstein, A. (1915). Die Feldgleichungen der Gravitation. Sitzungsberichte der Königlich Preußischen Akademie der Wissenschaften (Berlin), 844-847.

Event Horizon Telescope Collaboration. (2019). First M87 Event Horizon Telescope Results. I. The Astrophysical Journal Letters, 875(1), L1.

Greene, J. E., Strader, J., & Ho, L. C. (2020). Intermediate-Mass Black Holes. Annual Review of Astronomy and Astrophysics, 58, 257–312.

Hawking, S. W. (1974). Black hole explosions? Nature, 248(5443), 30–31.

Kormendy, J., & Ho, L. C. (2013). Coevolution (Or Not) of Supermassive Black Holes and Host Galaxies. Annual Review of Astronomy and Astrophysics, 51, 511–653.

NASA. (2023). Black Holes. Recuperado de https://www.nasa.gov/black-holes


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