En lo profundo de los canales de Xochimilco, en la Ciudad de México, habita una criatura que parece salida de un mito azteca: el axolote (Ambystoma mexicanum). Con su aspecto simpático, branquias rosadas que se abren como coronas y una eterna “sonrisa”, este anfibio es uno de los organismos más fascinantes del planeta. Pero lo que realmente lo convierte en un prodigio de la naturaleza no es su apariencia, sino su increíble capacidad para regenerar partes de su cuerpo, desde las patas hasta el corazón, los ojos, e incluso partes del cerebro y la médula espinal.
Una criatura entre la ciencia y la leyenda
El axolote tiene un papel especial en la cultura mexicana. Su nombre proviene del náhuatl āxōlōtl, que significa “monstruo de agua” o “espíritu del agua”, y está vinculado al dios Xólotl, quien —según la mitología— se transformó en axolote para escapar de los sacrificios divinos. Pero más allá de la leyenda, este pequeño anfibio representa una joya biológica única.
A diferencia de la mayoría de los anfibios, que pasan por una metamorfosis completa (de larva acuática a adulto terrestre), el axolote nunca abandona su forma larval. Conserva sus branquias externas y permanece acuático toda su vida. Este fenómeno, conocido como neotenia, le permite mantener características juveniles incluso en la adultez, lo que podría estar relacionado con su sorprendente capacidad regenerativa.
El secreto de la regeneración
Cuando un axolote pierde una extremidad, no cicatriza como los humanos. En su lugar, forma una estructura llamada blastema, un conjunto de células que se reprograman para volverse cualquier tipo de tejido necesario: hueso, músculo, piel, nervio, vasos sanguíneos, etc. Este proceso es una especie de “vuelta al inicio”, como si el cuerpo recordara el modo en que se formó originalmente durante el desarrollo embrionario.
Los científicos han descubierto que el axolote no solo puede regenerar sus patas, sino también porciones completas del corazón, partes de su cerebro, e incluso de su médula espinal, recuperando completamente sus funciones. En algunos experimentos, los investigadores han trasplantado tejidos entre distintos axolotes sin que el cuerpo rechace los injertos, lo que sugiere un sistema inmunológico muy especial.
Avances científicos e investigaciones
Desde hace décadas, el axolote ha sido objeto de estudio en laboratorios de todo el mundo, especialmente en el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en centros como el Instituto Max Planck (Alemania) y la Universidad de Kentucky (EE. UU.).
Uno de los mayores avances llegó en 2018, cuando un equipo de la Universidad de Viena y la Universidad de Kentucky logró secuenciar el genoma completo del axolote, que resultó ser 10 veces más grande que el genoma humano. Este descubrimiento abrió las puertas para entender los genes responsables de la regeneración, en especial un grupo relacionado con la reprogramación celular y la supresión de cicatrices, lo cual permite una reparación perfecta del tejido.
Según un estudio publicado en Nature (2018), los investigadores identificaron genes como PAX7 y EVI1, cruciales para mantener la plasticidad celular. Además, se descubrió que el axolote puede controlar la inflamación de manera excepcional, evitando el daño colateral que impide la regeneración en otros animales, incluido el ser humano.
El futuro de la medicina regenerativa
Gracias al axolote, los científicos sueñan con un futuro donde la regeneración de órganos humanos sea posible. Investigaciones actuales buscan aplicar su modelo biológico para desarrollar terapias contra lesiones medulares, infartos, e incluso enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer. Aunque los humanos compartimos muchos genes con el axolote, nuestra biología no permite el mismo nivel de plasticidad celular. Aun así, su estudio continúa inspirando avances en ingeniería de tejidos, biología molecular y medicina regenerativa.
En peligro de extinción
Trágicamente, el axolote se encuentra en peligro crítico de extinción en su hábitat natural debido a la contaminación, la introducción de especies invasoras y la urbanización de los canales de Xochimilco. En la actualidad, sobreviven principalmente en cautiverio y laboratorios. Organizaciones mexicanas e internacionales trabajan en su conservación, no solo por su valor simbólico, sino porque representa una ventana hacia el futuro de la ciencia biológica.
Referencias científicas y fuentes consultadas
Tanaka, E. M. & Randal, V. (2018). The axolotl genome and the evolution of key tissue formation genes. Nature, Vol. 554.
McCusker, C. D. & Gardiner, D. M. (2014). The axolotl model for regeneration and aging research: a review. Developmental Biology, Elsevier.
Instituto de Biología, UNAM. Proyecto Axolote: conservación y genética del Ambystoma mexicanum.
Joven, A., Elewa, A. & Simon, A. (2019). Model systems for regeneration: axolotl. Development, The Company of Biologists.
Smithsonian Magazine (2022). How the Axolotl Regenerates Its Body Parts.

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